La Casa RAW nace de un profundo ejercicio de integración con la parcela y la topografía natural de la montaña. La vivienda se escalona en cuatro niveles que se integran en el terreno para fundirse con el paisaje circundante, respetando su silueta y carácter natural.
El material esencial que da forma al proyecto es el hormigón, concebido desde una perspectiva de sostenibilidad y autenticidad. Se optó por un hormigón reciclado de baja energía embebida, formulado con áridos procedentes de otras construcciones, logrando una reducción significativa de las emisiones de CO2 en comparación con el hormigón convencional.
Su acabado, en un tono gris natural y sin pigmentos, revela la textura intrínseca del material, ofreciendo una estética brutalista que celebra la esencia de la construcción. Se reivindica así la honestidad del hormigón visto, destacando su belleza desnuda y su capacidad estructural.
El cliente planteó un reto arquitectónico inusual: una casa sin pilares. Este concepto se materializa con forjados que actúan como grandes voladizos, anclados desde la parte posterior, lo que genera una sensación de extrema ligereza, desafiando la gravedad de forma explícita.
Este planteamiento estructural exigió una planificación milimétrica, tanto en la ejecución de la obra como en la precisa disposición de las instalaciones, ya que no se recurrió a falsos techos. La estructura queda expuesta y se convierte en un elemento protagonista del diseño.
La paleta cromática se articula en torno a los grises del hormigón, complementados con mobiliario de madera carbonizada. Esta madera ha sido tratada con la técnica japonesa yakisugi, lo que incrementa su durabilidad y le confiere un tono oscuro y profundo. La dualidad entre lo mineral (gris) y lo orgánico (negro) genera una atmósfera interior serena y profundamente equilibrada.
El entorno exterior se concibe como una extensión de la arquitectura. El jardín está diseñado bajo principios de xerojardinería y se inspira en las técnicas utilizadas por Olivier Filipi. Se seleccionaron cuidadosamente especies autóctonas del Mediterráneo —como lavanda, romero, tomillo, jara, olivos y algarrobos— para crear un espacio de bajo consumo hídrico, que respeta los ciclos naturales y es coherente con el clima.
La Casa RAW aspira a ser un refugio contemporáneo que prioriza la calma, el silencio y la concentración, un espacio concebido para el bienestar y la desconexión del ritmo de vida acelerado. Es una vivienda autosuficiente en energía y sigue criterios biosaludables inspirados en los principios del sistema WELL, buscando activamente cuidar la salud y el bienestar de quienes la habitan, dentro de un entorno claramente biofílico.